Abro los ojos a la mañana, ¿qué veo?. Un mundo deformado, eso veo. Prendo la tele: no hay más que basura. Pseudoiconos matándose por un minuto de fama, provocando dramas sin sentido. Lamentablemente nuestra sociedad consumista, ¿qué es lo que hace?... consume. Consume cada palabra de cada persona que se para frente a una cámara de estudio y se come tu cerebro. Bueno, apago la tele, si no me gusta, tengo el poder de apagarla, es mi tele y puedo hacerlo. Lo hago. Desayuno. Leche chocolatada, porque no me gusta ninguna otra cosa, acompañado con un poco de pan con queso. Me visto. Abro la puerta y salgo a la calle. Acá es donde se intensifica un poco la visión deforme que tengo día a día. Veo gente que simula. Gente que aparenta otra cosa. No son lo que son y eso me enferma. Gente a la que sólo le importa lo que el prójimo piense. Absurdo, gente, ¡por favor, totalmente absurdo!. Honestamente no le veo la necesidad de ser quien no sos, pero al parecer a los demás le gusta, así que está todo bien, ¿no?. No con esto estoy diciendo que yo soy autenticidad en persona, no, no digo eso, sólo estoy explicando por qué la mayoría de la gente que me encuentro de mi cama hacia afuera me da asco. De todas maneras, seguramente el problema lo tenga yo, tantas neuronas no pueden estar equivocadas.

No hay comentarios.: